La Biblia, el primer manual de salud pública de la historia
- pibhhweb
- 21 sept
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Cuando pensamos en higiene y prevención de enfermedades, solemos creer que son descubrimientos recientes de la ciencia moderna. Sin embargo, muchas de estas prácticas ya estaban registradas en la Biblia hace miles de años, mucho antes de que se descubrieran los microbios o los virus.
El lavado de manos
Uno de los ejemplos más claros está en el lavado de manos. En el libro del Éxodo, Dios ordena a Moisés:
“Harás una fuente de bro
nce con su base también de bronce, para lavarse; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies” (Éxodo 30:18-19).
Hoy sabemos que lavarse las manos es la primera barrera contra infecciones, pero en la época bíblica ya se practicaba como mandamiento divino.
Cuarentenas y aislamiento
Otra medida sorprendentemente moderna aparece en las leyes sobre la lepra:
“El leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados, y su cabeza descubierta… y habitará solo; fuera del campamento será su morada” (Levítico 13:45-46).
El aislamiento de enfermos era una forma de proteger a la comunidad, algo que hoy reconocemos como cuarentena.
Purificación con agua
En Números también encontramos instrucciones de desinfección:
“El que hubiere tocado el cadáver de alguna persona será inmundo siete días. Al tercer día y al séptimo día se purificará con el agua… y será limpio” (Números 19:11-12).
Aunque en la antigüedad no se entendía el concepto de bacterias, el ritual implicaba limpieza, reposo y prevención del contacto.
Manejo de cadáveres y alimentos
En Deuteronomio se ordena enterrar de inmediato a los muertos para evitar la impureza del campamento (Deuteronomio 21:23). Asimismo, las leyes dietéticas (Levítico 11) prohibían consumir animales que eran transmisores de parásitos o intoxicaciones.
Ciencia moderna y sabiduría antigua
El médico húngaro Ignaz Semmelweis descubrió en 1847 que lavarse las manos antes de atender partos reducía drásticamente la mortalidad materna. Es decir, la medicina tardó casi 4.000 años en redescubrir lo que ya estaba en la Biblia.
La conclusión es clara: las llamadas “leyes de pureza” bíblicas, aunque formuladas en un lenguaje religioso, funcionaban como medidas sanitarias avanzadas para proteger a una sociedad vulnerable frente a enfermedades desconocidas.


