
¡Todos necesitamos a Dios en nuestras Vidas!
¿Alguna vez te has preguntado por qué, aunque tengas cosas materiales, diversión, amistades o incluso reconocimiento, todavía hay un vacío en tu corazón que nada parece llenar?
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La historia se repite una y otra vez: personas que lo tienen todo —dinero, fama, poder— terminan cayendo en depresión, sintiéndose solas o incluso quitándose la vida. Surge entonces la gran pregunta: ¿cómo es posible que alguien que aparentemente lo tiene todo, en realidad sienta que no tiene nada?
La respuesta es simple, pero profunda: el ser humano no solo tiene una vida material, también tiene una vida espiritual. Podemos llenar la refrigeradora, alcanzar el éxito profesional y rodearnos de personas, pero si el lado espiritual está desnutrido, tarde o temprano lo sentiremos. Sin la presencia de Dios, estamos muertos por dentro, aunque sigamos respirando.
Jesús lo dijo claramente: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
Esto significa que no basta con nutrir el cuerpo: el espíritu también necesita alimento, y ese alimento solo proviene de Dios.
Fuimos creados con un propósito eterno, diseñados para vivir en relación con nuestro Creador. Cuando esa relación se rompe, ningún logro, ninguna relación ni ningún placer puede llenar el vacío interior. Solo Dios puede hacerlo. Entonces, ¿Qué pasaría si mueres en este momento? ¿Estás seguro que vas cielo? Quiero explicarte algo muy importante:
EL CIELO ES UN REGALO DE DIOS
El cielo no lo podemos ganar por las obras buenas que hagamos. Ni por ser una buena persona o por no hacerle mal a otros. Estar en el cielo con Dios es un regalo que solo Él puede darnos, la Biblia dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8-9).
La palabra GRACIA significa “favor no merecido”, cuando alguien nos regala algo decimos gracias. Eso quiere decir que una persona nos regala algo porque quiere y no porque lo merecemos ya que ninguna persona está obligada a darnos alguna cosa. Entonces, no hay obra humana que te haga ganarte el cielo.
¿Cuál es el problema que nos impide llegar el cielo?
EL PECADO
La Biblia lo dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
El pecado no es solo cometer “grandes males”. Es desobedecer a Dios en cualquier cosa: mentir, desear lo que no es nuestro o simplemente poner otras cosas antes que a Él.
Seamos honestos: todos hemos fallado. Todos hemos mentido, pensado con maldad o hecho algo que sabíamos que estaba mal. Eso es pecado. Y el pecado crea un muro entre nosotros y Dios.

El resultado del pecado es condenación y muerte espiritual. Es vivir lejos de Dios ahora y estar separados de Él por la eternidad.
También es importante que sepas lo que dice la Biblia:
ACERCA DE DIOS
Debes comprender que “Dios es amor” así lo dice 1 Juan 4:8. El amor es parte de la naturaleza de Dios, es decir, Él nunca deja de amar. Sin embargo, la Biblia también nos dice que Dios es justo: “Con justicia juzgaras al mundo; con rectitud juzgaras a las naciones” (Salmo 9:8).
Estos dos atributos de Dios nos dicen que: Dios nos ama y por esa razón quiere tener una relación con nosotros, pero, como es justo, condena nuestro pecado y el pago por nuestros pecados es la separación eterna de Él. Entonces, que hizo Dios para solucionar esta situación, aquí viene la buena noticia:
ENVIO A SU HIJO CRISTO A MORIR POR NUESTROS PECADOS
Jesús, el único que nunca pecó, murió en la cruz tomando tu lugar y cargando con tus pecados. Como dice la Biblia: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).
El sacrificio de Jesús en la cruz fue suficiente para restaurar nuestra relación con Dios y asegurarnos la vida eterna junto a Él o sea la Salvación. Cristo pagó la deuda que nosotros no podíamos pagar. Es como estar en un restaurante, recibir la cuenta y escuchar al mesero decir: “No se preocupe, alguien ya pagó por usted”. Eso hizo Jesús: pagó la cuenta de tu pecado y nos abrió un camino directo a Dios.
La vida en este mundo es una oportunidad única: hasta el último segundo podemos decidir nuestro destino eterno. Solo hay dos caminos. El primero es no hacer nada. Eso significa seguir viviendo lejos de Dios, sin propósito espiritual y, finalmente, caminar hacia la condenación eterna.
El segundo camino es aceptar este regalo. La salvación está al alcance de todos, pero requiere una decisión personal. Nadie puede tomarla por ti.
La Biblia lo confirma: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
Recibir el regalo de la vida eterna requiere:
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Creer en Cristo: esto significa que usted va a creer que Cristo resucito de entre los muertos.
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Aceptarlo como Salvador de tu vida: creer que murió en una cruz en el lugar que te correspondía a ti por tus pecados.
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Aceptarlo como Señor de tu vida: vas a comenzar a vivir de una manera diferente, obedeciendo lo que Él dice en su Palabra (la Biblia).
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Transferir toda tu confianza el Él: debes dejar de confiar en ti y en tus fuerzas y confiar solo en Él para salvarte.
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Tienes que arrepentirte de tus pecados: debes pedirle perdón a Dios por todas aquellas cosas que has hecho que a Él no le agradan.
Si decides tomar esta decisión no significa que podemos aceptar a Cristo solo para asegurarnos un lugar en el cielo y luego seguir viviendo como antes. Dios no puede ser burlado. Aceptar a Jesús implica un genuino arrepentimiento, y arrepentirse no es solo decir “lo siento”, sino decidir genuinamente en el corazón que no queremos seguir pecando ni viviendo alejados de Dios.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.” (Hechos 3:19)
Después de leer todo hasta aquí le pregunto, ¿Tiene algún sentido para usted? ¿Deseas recibir el regalo de la Vida Eterna? Si su decisión es sí le invito a realizar esta sencilla oración con fe:

“Dios Eterno, reconozco que soy pecador y que necesito tu perdón. Creo en ti, creo que enviaste a tu Hijo Cristo a morir en la cruz por mis pecados y creo que Él resucitó al tercer día para darme vida eterna. Hoy me arrepiento sinceramente de mis pecados y te entrego mi corazón. Recibo a Cristo como mi Señor y Salvador. Lléname con tu Espíritu Santo y hazme una nueva criatura. Desde ahora quiero hacer tu voluntad, seguirte sólo a ti y no apartarme de tu camino. Gracias por tu amor. En el nombre de Cristo, Amén.”
Si usted creyó y tomo está decisión, la Biblia te dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”, (Juan 1:12).
¡Si has aceptado a Cristo, acabas de tomar la mejor decisión de tu vida! Ahora comienza un nuevo camino en el que no estarás solo. El Espíritu Santo de Dios te acompañará y te guiará.
Aceptar a Cristo, trae un cambio de vida para bien, no significa que te volverás perfecto ni que nunca más pecarás en este mundo. Lo que sí significa es que tu pasado queda atrás y comienzas un proceso de transformación en este mundo que se perfeccionará en la vida eterna. Es el Espíritu Santo quien obra en tu vida, ayudándote a crecer y a vencer aquellas áreas en las que antes estabas atado.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Es cierto que, como seres humanos, seguimos siendo vulnerables al pecado, pero ahora tenemos una esperanza segura: todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, han sido perdonados por el sacrificio de Cristo. Y cuando fallamos, la Biblia nos recuerda: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).
POR ÚLTIMO
Es importante que leas la Biblia y te congregues en una iglesia, donde podrás compartir con otros creyentes que te acompañarán y animarán en tu crecimiento espiritual, y donde aprenderás más de la Palabra de Dios.
Si estás en el área de Miami, Florida, en la Primera Iglesia Bautista Hispana de Hialeah te esperamos con los brazos abiertos. Y si por tu ubicación no puedes acercarte, te animamos a buscar una Iglesia que enseñe fielmente lo que está escrito en la Biblia.
¡Dios bendiga tu vida!
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